miércoles, 25 de noviembre de 2009

la deshumanización del arte. (Ortega y Gasset)

En este documento se debate un siglo de cambio en todos los aspectos del arte. Distinguiendo lo no popular de lo impopular, el arte nuevo del arte del siglo XIX y sobre todo la afectación y desafecto del publico en ellas. Hay que distinguir dentro del arte nuevo la impopularidad del mismo, el estilo que innova tarda en ser aceptado, comprendido y popularizado hasta transcurrido un tiempo, no es popular pero a su vez tampoco es impopular, queda neutro, sin más. En cambio el arte nuevo tiene a la gran mayoría del público en contra y seguramente lo tenga siempre, por tanto es

impopular, antipopular. Este arte es aceptado por una minoría, formada por personas que le son favorables, la otra gran mayoría la desprecian o simplemente son hostiles con la misma. Sencillamente lo que pasa con esta gran mayoría es que no entienden el nuevo arte, los aspectos del nuevo arte se contrastan demasiado a diferencia del arte del siglo XIX y anterior, no lleva las mismas pautas ni las mismas normas. Dentro del nuevo arte también podemos diferenciar socialmente al público que entiende la obra y al público que a diferencia no la entiende. El nuevo arte

esta hecho y va dirigido a una minoría dotada que ve la obra cegándose de las pautas clásicas del arte como el romanticismo, etc.

El gran problema que esto acarrea es que el público que no entiende la obra queda totalmente disgustado y humillado al sentirse inferior a la minoría que la entiende, por lo tanto las críticas son abundantes y ninguna para bien. No es una crítica constructiva sino una critica llevada por la ira y el descontento, una crítica irracional.

Ortega trata de extraer del nuevo arte, del arte joven su principio esencial para ver hasta que punto y en que sentido es impopular.

Si el nuevo arte no es inteligible para todo el mundo, quiere decirse que sus resortes no son los genéricamente humanos.

El arte joven no es un arte para todos sino para personas especiales, no mejores que los demás sino diferentes.

Hoy en dia la gente se guía por el goce estético, la obra tiene que tener pautas, protagonistas, un principio y un desenlace, resumiendo, “humanización”.

Ortega representa este goce estético con un ejemplo de un cuadro de un paisaje romántico del siglo XIX.

El publico toma interés, les gusta un cuadro cuando este representa un paisaje real en el que se podría por su amenidad o patetismo dar un paseo en tranquilamente o de excursión. Algo real y palpable.

El público se despista al no entender la obra precisamente por falta de esa humanización, las cosas propiamente artísticas y humanas, la falta de fantasía o peripecias humanas.

Por ejemplo al utilizar una cámara réflex retratando un paisaje montañoso enfocamos un punto lejano y el primer plano se desenfoca cegándonos de la información. En cambio si echamos atrás el enfoque del punto lejano volvemos a un primer plano y el plano lejano se nubla y prácticamente se desvanece y nos ciega, estas dos visiones son incompatibles en conjunto, al igual que la visión del público ante el arte del siglo XIX y el arte joven, arte nuevo.

La mayoría de la gente es incapaz de ver y apreciar ese primer plano y transparencia del que hablábamos que es la obra en si, en vez de esto la gente pasa a través de ella y va a revolcarse apasionadamente en la realidad humana que en la obra está aludida.

Deducimos pues que existen públicos que entienden el nuevo arte y el público que no lo entiende, esto divide los que son artistas y los que no, el nuevo arte es sin duda arte artístico, en cambio el arte del siglo XIX y anterior es idealista, convencional, realista, satírico, humanista.

Desde hace veinte años los jóvenes han repugnado completamente el arte tradicional, hay que esforzarse a comprenderlos y entender su visión moderna. En ellos germina un nuevo sentido del arte, perfectamente claro, coherente y racional. Una deshumanización del arte que evita las formas vivas y hace que la obra de arte no sea más que simple objeto y se considere como juego, y nada más, a una esencial ironía que elude toda falsedad y, por tanto, a una escrupulosa realización. El arte para los artistas jóvenes es una cosa sin trascendencia alguna, no les interesa la opinion del público ni las criticas que acarrearían.

En el ejemplo de Ortega de la habitación con el hombre agonizando, la mujer del enfermo, el médico, el periodista y el pintor se explican claramente los diferentes puntos de vista de cada uno de los personajes respecto a su posición social y psicológica. Hay que debatir cual de estas múltiples realidades es la verdadera. La distancia espiritual en que cada uno se halla del hecho común es

la agonía.

En la mujer del enfermo la distancia es mínima con el mismo, casi nula e inexistente, la mujer interviene en la escena, es parte de ella, el sentimiento es tormentoso e intenso, ella no asiste a la escena, es parte de ella; no la contempla sino que la vive.

En el caso del médico el sentimiento no es mutuo pero si parecido profesionalmente, está obligado a intervenir en la escena, tiene la responsabilidad profesional de intervenir con el moribundo, por lo tanto también pertenece a ella, es parte de la escena.

En el caso del periodista nos alejamos increíblemente de la escena,

de la realidad atormentada. Al igual que el médico el periodista esta obligado profesionalmente a estar en la escena pero al contrario del medico el periodista está obligado a no intervenir en ella. No participa sentimentalmente en la escena, para él el simple hecho es una historia mas que posteriormente redactará, para conseguir conmover al público y romperles el corazón con tan desgraciada noticia.

Finalmente esta el pintor que acude a la escena al azar, este personaje ocupa el inverso total con la mujer del moribundo, su actitud es contemplativa, no le interesa saber que pasa, le es indiferente. El sentimiento de agonía queda fuera de su percepción. En cambio observa el exterior de la situación; las luces, sombras, variedades cromáticas y encuadre general. Con el artista se llega a la máxima diferenciación y lejanía con la escena y los sentimientos. El pintor que presenta impasible la escena de agonía parece “inhumano”. Resulta, pues, que una misma realidad se quiebra en muchas realidades divergentes cuando es mirada desde puntos de vista distintos, diferentes.

Situados en uno de los extremos, nos encontramos con un aspecto del mundo; personas, cosas, situaciones; que es la realidad “vivida”, una peculiar primacía que nos obliga a considerarla como la realidad por excelencia, en vez de realidad vivida podríamos llamarla realidad humana. Desde el otro extremo, en cambio, vemos todo en su aspecto de realidad “contemplada”.

Lo importante es que existe en el mundo el hecho indubitable de una nueva sensibilidad estética. En el nuevo arte se saben perfectamente las diferencias entre unas producciones y otras. Este arte nuevo del que hablamos no es solo inhumano por no contener cosas humanas, sino que consiste activamente en esa operación de deshumanizar, el pintor nos corta el camino hacia nuestro mundo habitual sumergiéndonos en un universo abstruso, nos fuerza a tratar con objetos con los que no cabe tratar humanamente y por tanto hemos de crear e inventar actos inéditos que sean adecuados a aquellas figuras insólitas, esta vida inventada previa anulación de la espontánea, es precisamente la comprensión y el goce artísticos sin falta de sentimientos y pasiones, sentimientos estéticos y artísticos.

El arte es reflejo de la vida, es la naturaleza al través de un temperamento, es la representación de lo humano, se puede decir que el arte es la materialización de lo espiritual hasta hacerlo palpable y a su vez espiritualizar lo material hasta hacerlo invisible. No es tan evidente como suponen los académicos que la obra de arte haya de consistir, por fuerza, en un núcleo humano que las musas peinan y pulimentan. Durante todas las épocas mas importantes del arte se han evitado que la obra tenga en lo humano su centro de gravedad, en cambio el siglo XIX significa precisamente una monstruosidad hacia el arte por su realismo sin ninguna evolución estética. Estilizar es deformar lo real,

desrealizar, el estilizar significa deshumanizar por completo, no hay otra manera más fácil de deshumanizar que estilizar la nueva obra, el sentimiento. En el nuevo arte lo humano pasa a ser una palabra tabú.

El placer estético en la nueva obra tiene que ser un placer inteligente, porque dentro de los placeres existan variantes como el placer ciego y el placer perspicaz.

Ortega dice así; “La alegría del borracho es ciega”, está alegre por otras causas como pueden ser el alcohol, es un placer que carece de motivos mas que los ingeridos. “el favorecido con un premio de la lotería también se alegra, pero con una alegría muy diferente”, éste tiene algo determinado por el cual alegrarse, vive en su motivación.

La nueva sensibilidad que se transmite está dominada por un desprecio y un asco a lo humano en el arte muy semejante al que ha sentido el hombre selecto ante las figuras de cera.

El poeta empieza donde el hombre acaba. El destino de éste es vivir su itinerario humano; la misión de aquel es inventar lo que no existe.

El arte nuevo se puede representar de una manera mas metafórica; la metáfora escamotea un objeto enmascarándolo con otro, y no tendría sentido si no viéramos sobre ella un instinto que induce al hombre a evitar realidades, probablemente la metáfora sea la potencia más fértil que el hombre posee.

Hubo una época en la que el miedo era el protagonista, era la máxima inspiración humana, una edad dominada por el terror cósmico y fantástico. Pero si la metáfora es la potencia mas fértil y el más radical instrumento de deshumanización, no puede decirse que sea el único.

Desde el punto de vista humano las cosas tienen un orden, una determinada jerarquía. Unas nos parecen mas importantes mientras que otras nos lo parecen menos, otras indiferentes por completo.

Un mismo instinto de fuga y evasión de lo real se satisface en el suprarrealismo de la metáfora y en lo que cabe llamar infrarrealismo.

la intención estética ha cambiado de signo, se ha vuelto totalmente del revés, antiguamente se vertía la metáfora sobre una realidad, ahora es todo lo contrario, se procura eliminar el sostén extrapoético o real y se trata de realizar la metáfora, hacer de ella la “res” poética. Lo real rebosa siempre del concepto que intenta contenerlo. Sin embargo, la tendencia natural nos lleva a creer que la realidad es lo que pensamos de ella. Por tanto, a confundirla con la idea, tomando ésta de buena fe por la cosa misma. Nuestro prurito vital de realismo nos hace caer en una ingenua idealización de lo real, esta es la propensión nativa; humana.

En cuanto a las ideas, habremos deshumanizado, desrealizado éstas. Tomarlas como realidad es idealizar, falsificar ingenuamente.

El artista, pintor tradicional quiere al hacer un retrato apoderarse de la realidad cuando al contrario lo que ha dejado en el lienzo es una esquemática selección caprichosamente elegida y decidida por su mente.

Definitivamente las artes plásticas del nuevo estilo han revelado un verdadero asco hacia las formas vivas o de los seres vivientes.

La intención del ensayo de Ortega se reduce a afiliar el arte nuevo mediante algunos de sus rasgos diferenciales, pero, a su vez, ésta intención se halla al servicio de una curiosidad más larga que éstas páginas no se atreven a satisfacer, dejando al lector que la sienta, abandonado a su privada meditación.

Mas arriba se ha dicho que el nuevo estilo, tomando en su más amplia generalidad, consiste en eliminar los ingredientes muy humanos, quizás demasiado humano, y retener sólo la materia puramente artística. Esto parece implicar un gran entusiasmo por el arte.

vendría a significar que el arte nuevo es un fenómeno de índole equívoca, nada sorprendente.

Sin embargo, esa contradicción entre amor y odio a una misma cosa se suaviza un poco mirando mas de cerca la producción artística del día. Su consecuencia es que se le quita a este todo patetismo. En el arte cargado de humanidad repercutía el carácter grave ajeno a la vida, pero no hay que extrañar que la nueva inspiración sea siempre cómica.

La ficción como tal ficción es propósito que no puede tenerse sino en un estado de alma alegre y festiva. Esto es lo que mas perturba la comprensión de las obras jóvenes por parte de las personas serias, de sensibilidad menos actual(arte antiguo). Piensan que la música y la pintura de los nuevos artistas jóvenes es una mentira, pura farsa.

Sería una mentira o farsa en el mal sentido de la palabra si el joven artista actual pretendiese enfrentarse al arte serio del pasado y un cuadro de estilo cubista o fauvista, cuales quiera que sea dentro del nuevo arte solicitase el mismo tipo de admiración patética, casi religiosa, que por ejemplo una estatua de miguel ángel o un cuadro de bottichelli.

Pero el artista de ahora nos invita a contemplar un estilo de arte, que no es una farsa, sino una broma, que es, esencialmente, una burla de si mismo. Porque en esto radica la forma de reírse y divertirse de esta inspiración. En vez de burlarse y reírse de algo determinado, el arte nuevo ridiculiza el arte en si.

Porque no hay mejor forma de ver el don especial del arte joven que con esta burla de sí mismo. Porque al hacer el ademán de aniquilarse a sí mismo sigue siendo arte, y por una maravillosa dialéctica, su negación es su conservación y triunfo. A los jóvenes de hoy no les suele interesar la poesía, o una simple pincelada, o un sonido que lleve dentro de sí un reflejo irónico.

Según Ortega “para la generación novísima, el arte es una cosa sin trascendencia”, esta frase a su vez le espanta al advertir su innumerable irradiación de significados diferentes. Porque no es que a todas las personas de hoy en día les parezca el arte algo sin importancia o menos importancia a las personas u “hombre de ayer” sino que el nuevo artista ve su arte como una labor intrascendente. Y esto no explica ni expresa la verdadera situación del arte nuevo. El hecho no es que el artista se desinterese de su obra u oficio, sino que le interesan precisamente porque no tienen importancia grave y en la medida que carecen de ella. Todo esto no se puede entender sino observamos la confrontación entre el arte de hace décadas e incluso del siglo pasado y el arte de hoy.

Sencillamente el arte salva al hombre, es únicamente porque le salva de la seriedad de la vida y suscita en él inesperada experiencia y habilidad.

Todo el arte nuevo adquiere cierta dosis de grandeza cuando se le interpreta como un ensayo de crear experiencia en un mundo nuevo.

Otros estilos están obligados a tener una conexión directa con los movimientos sociales y políticos o con las corrientes filosóficas y religiosas.

el nuevo estilo, al contrario, solicita ser aproximado al triunfo de los deportes, algo que predomina hoy en día en la sociedad. Ya no se rinde culto a la mente ni al culto al espíritu, sino, al culto del cuerpo, a la perfección física. El culto al cuerpo es síntoma de juventud, mientras que el culto al espíritu es síntoma de envejecimiento, porque solo llega a plenitud cuando el cuerpo a entrado en decadencia. El triunfo del deporte significa la victoria de los valores de juventud sobre los valores de senectud, de envejecimiento. Antiguamente el joven deseaba ser como sus mayores e imitarlos, crecer lo antes posible, abandonar la incultura de la juventud. Hoy en día los jóvenes luchan por mantener su juventud el máximo tiempo posible, y los mayores en intentar rejuvenecer mentalmente y subrayar su juventud pasada.

Lo mas probable es que todo esto de afiliar y cambiar el arte nuevo no contenga sino errores. Pero sería duplicar los errores si se pretendiese corregirlo destacando solo algún rasgo parcial o incluso en ésta anatomía. Los artistas suelen caer en ello cuando hablan de su arte, y no se alejan debidamente para tomar una amplia vista sobre los hechos. En cambio, no es dudoso que la fórmula más próxima a la verdad será la que en giro más unitario y armónico valga para mayor número de particularidades.

Se dirá que el arte nuevo no ha producido hasta ahora nada que merezca la pena. Lo importante en este nuevo arte es la intención y no su realización.

En mi opinión el hecho de intentar volver atrás en el tiempo frente al arte es una mera pérdida de tiempo, y algo imposible. Este nuevo arte joven no ha creado nada nuevo aún, pero solo es cuestión de tiempo, y de aprender a mirarlo de una manera más subjetiva. De una manera más original, más deshumanizada, y sin antiguas pautas y reglas pictóricas.

Larga vida a la nueva juventud de artistas.

Otra cosa totalmente diferente a lo debatido asta ahora es el hecho de que la juventud de hoy en día está mimada y cree tenerlo todo comiendo de la mano, por lo tanto el arte joven está bajando en calidad y prestigio y caerá en decadencia si no se actúa rápidamente.